En la comunicación diaria, en todas partes, y por supuesto notable en las campañas electorales, en las entrevistas de radio y en los spots hay verdaderas “perlas negras”, malos ejemplos.
Nuestro idioma, tan rico, es maltratado, masticado, contraído. Enumerar las barbaridades sería titánico, ocioso.
Lo reducido del vocabulario de entrevistados y entrevistadores en radio y tv en BCS, no es en nuestra entidad nada extraordinario porque a nivel nacional el mexicano utiliza un promedio de 200 a 500 palabras, con esas se comunica diario, habiendo cerca de 300 mil de posible uso común, según la Academia Española, que señala que de ese total, “el 17 por ciento, son sustantivos, adjetivos, artículos, pronombres, preposiciones, conjunciones, adverbios, interjecciones, etc., y en el 83 por ciento restante, los verbos, sus conjugaciones y las nuevas palabras”.
Un libro bien calificado, una buena novela podría constar de un acervo de 20 mil a 25 mil palabras. El ejemplo que he escuchado es La región más transparente de Carlos Fuentes, que muy joven sorprendió con el manejo del español.
Un idioma, el nuestro y el español de Cervantes, y de 11 premios Nobel de Literatura, muy extenso, muy rico y sonoro, que desgraciadamente no conocemos y no practicamos bien, siendo también nuestra herencia y patrimonio cultural.
Un estudio de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México arrojó que “los universitarios mexicanos hacen un pobre uso del idioma español y llegan a tener un pobre vocabulario cotidiano de tan sólo 200 palabras”.
Esto, se informó a través de su departamento de letras, se debe a la falta de lectura y a la influencia de los medios de comunicación, principalmente la tv, cuyos programas principales imponen “moda” con pocas variantes de lenguaje.
Algunos términos recurrentes, dice la Universidad Iberoamericana, son “mexicanismos” como “güey”, para decir individuo, “neta” por verdad, “chido”, excelente o sensacional, “onda” para referirse a asunto o tema, por ejemplo.
Cada día se aprende si se lee, y lo más aconsejable, sobre todo para las nuevas generaciones, para nuestros hijos, y yo se los digo a los míos -y que sirva de recordatorio si leen estas memorias-, es leer libros con cierta guía elemental: novelas, cuentos, ensayos, historia, literatura universal, de ciencias y humanidades, y de todo lo que ofrezca cierta calidad, lo que redundaría en un mejor manejo y ampliación del vocabulario cotidiano.
Recordemos que la llamada “memoria fotográfica” nos suele recordar cómo se escribe bien una palabra determinada, que ya la hemos visto antes, pocas o muchas veces, y si no se nos hace conocida y no sabemos qué significa, hay que ir al diccionario y seguir leyendo.
No pretendo extenderme en esta reflexión que siempre me ha preocupado, ni dar clases, ¡qué va!, todos los días trato de corregirme; mejor recomiendo que insistan en la lectura los maestros, los buenos maestros, los estudiosos, de los que afortunadamente tenemos muchos también.
Lo anterior es un extracto de mi libro “Del dedazo a la alternancia”, editado en 2012; ahora en 2017, la deformación y simplificación de la comunicación por el auge de las redes sociales es mayor, su influencia ha perjudicado más el habla cotidiana de millones de personas, da pena leer a gente de todos los sectores sociales, políticos, gene con título universitario, empresarios y hasta profesores normalistas, escribiendo con faltas de ortografía elemental, lo que nos demuestra la falla en educación por muchos años, y que el modelo anterior era mejor.
EL SISTEMA EDUCATIVO FALLÓ, ERA MEJOR ‘EL VIEJO SISTEMA’
Para los que nacimos en la pelea pasada, digamos poco después de la segunda guerra mundial, o por esa época, uno de los motivos en las fallas gramaticales y de sintaxis mas reiterados, el cambio de sistema educativo de los 80s para acá, de los tiempos del neoliberalismo y que ya se agotó, la SEP en ese sentido no ha sido certera, nos parece que en lo que respecta a la lectura, y al uso correcto del español y sus reglas básicas, sobre todo.
Así mismo, sobre las notables fallas de niños y jóvenes en aritmética elemental, ahora que en las aulas se permite y se fomenta la utilización de las calculadoras y computadoras para operaciones básicas que en otros tiempos, los nuestros, debían hacerse mentalmente.
Por eso es que profesionistas o no, por igual, generalmente tienen notables muchas faltas de ortografía.
Esperemos que la reforma del gobierno de Peña Nieto que está simplificando la educación y enseñando, dice, a pensar a los niños y de enseñarles valores y una educación bilingüe español-inglés hasta los 20 años de resultado, y sobre todo que haga una revisión de estas fallas de comunicación, porque si no sabes hablar bien el español, mal aprenderás el inglés o cualquier otro idioma; nomás para dar vergüenza como la sufrimos cuando habla inglés nuestro Presidente, creo con la misma pena que los norteamericanos, más o menos cultos, escuchan a Donald Trump, dizque hablando español.
EL PROMEDIO DE LECTURA EN MÉXICO ES DE 1.8 LIBROS POR AÑO
De los más bajos del mundo. La meta hoy es subir a 2, o si bien nos va a 2.5 libros promedio anuales.
En un estudio de la OCDE de la UNESCO entre 108 países, México ocupó el lugar 107.
En Argentina el promedio es de 3.5, en España 7.7 y en Alemania de 12 libros al año, y en algunos países escandinavos ¡20!